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El poder del parto en domicilio - Por Laura Mangialavori | Revista Colibri
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El poder del parto en domicilio – Por Laura Mangialavori

Por Laura Mangialavori
Fotografías por Paula Colavitto

“Todo esto nos permite entender, por fin, los testimonios antropológicos acerca de pueblos
enteros que desconocían el dolor en el parto (…) Y también entender la maldición divina de
“parirás con dolor”, que implícitamente reconoce que antes no se paría con dolor, y también
que sabían cómo hacerlo”.

“Pariremos con placer”, Casilda Rodrigañez Bustos

En la semana 41 y con un bebé de más de 4 kilos tuve un parto planificado en domicilio, lo que se conoce como parto en casa. Una tarde de domingo, con las cortinas de la habitación aún cerradas, con la playlist que habíamos armado para ese momento, aroma a lavanda e intimidad. El papá de Manu, la partera y el obstetra (cuya única tarea fue filmar y sacar fotos, previo consentimiento nuestro) estaban presentes. El nacimiento de Manu fue una celebración, un ritual de amor y silencio. De respeto a los tiempos fisiológicos, de confianza y de mucha escucha. Fue nuestro viaje de libertad.

 

Lau recostada en su sillón, sintiendo a Manu – Foto: Paula Colavitto


ELEGIR PARIR EN CASA
¿Desde cuándo hay que acostarse para parir? ¿Por qué vamos a parir en lugares donde las personas están enfermas? ¿Siempre los embarazos se midieron en alto o bajo riesgo? ¿Estar embarazada es tener alguna patología? ¿Cuál es el rol de las personas que ejercen la obstetricia? ¿Qué hace una partera? ¿Por qué hay tanta gente al momento del nacimiento? ¿Qué es la oxitocina? ¿Qué hay que hacerle a une bebé cuando nace sane? ¿Cuándo y para qué se utiliza la neonatología? ¿De verdad tengo que exigir respeto en este momento? ¿Alcanza con estar informada? ¿Por qué me retan? ¿Por qué tengo que pedir permiso y perdón?

Cuando me enteré que estaba embarazada lo único que quería era un parto con la menor cantidad de intervenciones posibles. Para mí parir era sinónimo de intervenir.

Abrazando el porvenir – Foto: Paula Colavitto

Ni iluminada, ni valiente ni sobrenatural. Cuando surgió la idea de tener un parto en casa automáticamente pensé que «eso» no era para mí. ¿Qué era «eso»? ¿Qué imágenes tenía de una persona gestante que pare en su casa? Está tan instalada la institucionalización en los nacimientos, la estandarización de los cuerpos y los discursos de miedo y dependencia médica, que imaginarnos la posibilidad, al menos, de parir en nuestro hogar o en un entorno conocido, amigable, cuidado y cómodo, parece una rareza, sino también una locura. Pero no lo es. No hace falta más que escuchar a nuestras abuelas, a las generaciones que nos precedieron. Revisar los relatos de nuestros linajes, de nuestras memoria ancestrales, ahí, en las huellas de nuestras células, para darnos cuenta que los partos en casa sucedieron desde siempre.

Lau encontrando momento de relajación – Foto: Paula Colavitto

El modelo de parto planificado en domicilio entiende a la salud como un concepto amplio e integral, donde las familias son las protagonistas y no el obstetra, influencer del momento, quién se jacta de haber sido él quien “hizo el parto”.
En los partos en casa se valora y prioriza la autonomía, se cuidan las decisiones y se atienden las particularidades. Rompiendo el estigma y en muchos casos el prejuicio de ser irresponsables quienes paren de esta forma, que nadie te diga qué hacer, cuándo y cómo, sino más bien, que se presenten las posibilidades, variables, causas y efectos y que las familias elijan qué es lo mejor para cada una, requiere de muchísima responsabilidad y sentido crítico.

Las cesáreas necesarias son un aporte fundamental para salvar vidas. Lejos de romantizar y de construir un discurso único e idílico de los nacimientos, intento entender cómo si la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que alrededor del 85% de los embarazos son de bajo riesgo y que el número, médicamente justificado, de cesáreas debería ser de un 12% a 15%,solo en la Ciudad de Buenos Aires, según un informe elaborado por la Defensoría del Público , en la Semana Mundial del Parto Respetado de 2020, las cesáreas fueron, en promedio, el 37% en el subsector público (hospitales y maternidades), con un incremento del 12% respecto de 3 años atrás, llegando en el sector privado a casi el 90%. ¿A qué intereses responden estos porcentajes? Los números no dan.

Foto: Paula Colavitto

GESTA POLÍTICA
Si bien en nuestro país existe la ley de Parto Humanizado (25.929) y ahora se está presentando un proyecto de Casas de Parto que pretende, desde el Estado, poner en escena qué sucede con nuestros nacimientos, estamos llenas de relatos de sufrimiento, de violencias, de humillación. Cansadas de batallar contra un sistema que nos quiere dóciles y calladas.

Mientras transitaba mi embarazo sentí que era muy revolucionario lo que estábamos haciendo (junto a otras familias que conocimos en el camino). Me daba pena que no se supiera más y a la vez pudor en contarlo.
Como un tabú, el parto en casa circula entre susurros, como secretos que se comparten oralmente, informales, por abajo, en un pase de manos desprevenido.

Preparándose para el parto en casa – Foto: Paula Colavitto

Difundir, replicar, inundar, contraponer discursos mostrando otras formas de gestar, otras formas de acompañar y otras formas de parir, puede contribuir para que deje de ser un «mito» y pase a ser una posible opción. Es urgente que sean también parte de nuestros imaginarios. Recuperar nuestro poder, nuestra fuerza creadora, nuestra sexualidad, nuestra intuición, nuestras historias de goce y nuestros gemidos. No como imposición, sino como derecho.

Lau Mangialavori:  Mamá de Manu. Lic. en Comunicación Social (UBA). Diplomada en Formación en Educación Sexual Integral
(UNSAM). Responsable del área de capacitación en la Unidad de Políticas de Géneros y Diversidad de Trenes Argentinos Operaciones. Actualmente está produciendo su primer libro junto a la editorial chilena «Mamífera». guarda2

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