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No hay #NiUnaMenos sin Reforma Judicial Transfeminista | Revista Colibri
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No hay #NiUnaMenos sin Reforma Judicial Transfeminista

Por Nicole Martin

Una de las consignas del documento de reivindicaciones de la marcha Ni Una Menos 2022, pedía que “se garantice el acceso al sistema de justicia” a mujeres, lesbianas, bisexuales, trans, travestis y no binaries. ¿Qué es esto de la reforma judicial feminista y cómo se relaciona con los derechos humanos?

Durante 2021 en Rosario, Santa Fé, una mujer de 35 años en extrema situación de vulnerabilidad, con estudios primarios incompletos, madre de 7 hijes, fue detenida al intentar robar una bicicleta. El fiscal pidió una condena de cinco años de prisión y la Colectiva de Abogadas Translesbofeministas intervino enfocándose en el contexto social, la desigualdad histórica y la ausencia de un Estado que cuando apareció en pos de la “justicia”, sólo fue para castigar.

¿Qué significa “justicia”? En el sentido común, se relaciona como su antagónico la impunidad, es decir, la falta de pena ante un hecho injusto. Pero, como profundiza la socióloga Milena Páramo Bernal, el punitivismo genera adicción: así como una persona con consumo problemático aumenta la dosis, el sistema punitivista aumenta la pena, tipifica nuevos delitos, construye más cárceles. 

Este aumento de penas persigue desincentivar o erradicar el delito pero, como no lo consigue, continúa creciendo, lo que se traduce en inflación carcelaria. En el caso de Argentina, según el Sistema Nacional de Estadística de Ejecución de la Pena (SNEEP), entre 2007 y 2020 la tasa de encarcelamiento creció un 55% y la población penitenciaria aumentó en un 81%. ¿Más personas presas es igual a más justicia?

La historia de Estados Unidos dice que no. Habiendo alcanzando niveles extremos de crímenes, cárceles y penas muy altas (incluída la prisión perpetua y pena de muerte), sus índices de violencia y delitos siguen siendo muy preocupantes. Pero además, el propio sistema de justicia reproduce las desigualdades y violencias cuando la mayoría de las personas presas son afroamericanas, latinoamericanas, jóvenes y pobres.

¿Más mujeres dentro del sistema de justicia resuelve el problema? No. Como Natalia Gherardi, Directora ejecutiva de ELA – Equipo Latinoamericano de Justicia y Género, declaró a LATFEM, es “también cómo trabajan y resuelven los casos a su cargo tanto varones como mujeres, ya que todas las personas tienen la obligación de administrar justicia sin prejuicios de género ni de clase”.

En este punto, la visión de una reforma judicial transfeminista abre otra puerta: la justicia no es sólo patriarcal, también es racista y clasista. Una perspectiva interseccional entrecruza estos paradigmas, los acerca entre sí en el pleno acceso a la justicia de unes -para que la justicia no sea un privilegio para algunes- y en la consideración de factores de vulnerabilidad para otres.

Las personas que llegan a la justicia vulnerabilizadas por el conflicto que las atraviesa, muchas  veces resultan vulnerabilizadas también por la respuesta del poder judicial, y por eso los grupos feministas venimos exigiendo desde hace muchísimos años que la justicia incorpore una perspectiva de derechos humanos”, afirma en diálogo con Revista Colibrí Sofía Basso, militante transfeminista antiespecista, abogada litigante (UNR), maestranda en Criminología (UNL) e integrante de la Colectiva de Abogadas Translesbofeministas de Rosario.

Justamente, en un contexto donde el Poder Judicial es un instrumento de los poderosos para sostener el status quo, reproducir las desigualdades y gobernar desde una posición privilegiada y anónima (Se recomienda leer este artículo sobre el concepto ‘lawfare’ o guerra jurídica), son las abogadas mujeres, lesbianas, travestis y trans quienes plantean otra justicia posible.

En conversación con Sofía Basso, quien también es presidenta de la Comisión de Abordaje integral de situaciones de violencias por razones de Género del Colegio de la Abogacía de Rosario, la Revista Colibrí desmitifica 6 postulados que transformaría una reforma judicial transfeminista:

  1. La justicia no es objetiva -y quizás, no deba serlo-. La justicia se plantea desde el siglo XV como una mujer con una balanza y los ojos tapados. Sin embargo, la justicia es una creación humana y como tal, no puede ser objetiva. “La administración de justicia está llena de estereotipos de género, no es posible profesar que la justicia verdaderamente tenga los ojos tapados”, dice Basso. Sin embargo, esto podría inclinarse en pos de la equidad, y no la desigualdad.
  2. Las penas más altas no resuelven la delincuencia. Como profundiza la socióloga Milena Páramo Bernal, el punitivismo genera adicción, pero aumentar la dosis no resuelve el problema. De hecho, suma Basso, con la respuesta penal el Estado se quita la responsabilidad que tuvo en la construcción de la situación social que llevó a la persona a cometer el delito y la expulsa encerrándola, lo cual no genera ningún beneficio social e impacta de forma tremenda en la vida de la persona y su entorno.
  3. ¿Más personas presas es igual a más justicia? La historia de Estados Unidos dice que no. Con niveles extremos de crímenes, cárceles y penas, sus índices de violencia y delitos siguen siendo muy preocupantes. Además, el sistema de justicia reproduce las desigualdades y violencias cuando la mayoría de las personas presas son afroamericanas, latinoamericanas, jóvenes y pobres.
  4. La diferencia sexual no produce capacidades intelectuales diferentes. El sistema jurídico actual reproduce estereotipos biologicistas de género, pero los feminismos cambian la mirada: en todo caso, las diferencias surgen por las desigualdades. “Si la diferencia sexual no indica menores potencialidades, ¿por qué por ejemplo la política criminal en los distintos territorios es diseñada sólo por varones?”, se pregunta Sofía en “Los diez mandamientos de la criminología feminista”.
  5. No hay buenas o malas víctimas. Al diferenciar a las víctimas que “se lo merecían” de las que “eran buenas y entonces su agresor es muy, muy malo”, se simplifica un entramado donde hay grupos socialmente con desventajas y grupos con poder para solucionar sus problemas. “La víctima no es débil y no es incapaz de tomar decisiones autónomas, esa es la versión de víctima que demanda el patriarcado”, escribe Basso.
  6. La justicia no es un asunto cerrado. ¿Qué es y cómo el derecho puede constituirla? Quizás nadie lo sepa. Pero es necesario debatir con perspectiva de género y derechos humanos. En el Congreso Nacional Translesbofeminista para repensar el derecho de 2022, se planteó la pregunta: ¿por qué seguimos pensando que la justicia debe tener los ojos tapados? Basso responde que esta idea debe quedar en el pasado: “Para producir resultados igualitarios, la justicia debe quitarse esa venda y tener una mirada interseccional y de ese modo forjar una cultura judicial con reconocimiento de las desigualdades históricas de poder y reafirmando valores de inclusión”. 


Al referirse al caso de la mujer en Rosario que fue a la cárcel por intentar robar una bicicleta, la abogada y militante transfeminista antiespecista destacó que: “Por eso es importante la voz de las organizaciones sociales, porque el poder judicial tal como existe hoy es una ficción completamente alejada de la vida real de las personas, y por eso
no es posible pensar una reforma judicial sin las organizaciones sociales que corren con la ventaja de tener una posición crítica sobre la conflictividad social”. 

El sistema penal actual -quizás lo más cercano en el sentido común a justicia- construye relaciones de desigualdad, pero podría haber otra posibilidad, la de construir por la equidad. Si la perspectiva transfeminista, antirracista y con mirada de clase está presente en todo el mundo del derecho, quizás exista el camino hacia un poder judicial que “produzca soluciones más justas y más igualitarias”, concluye Basso.

 

Mini bio de la autora: Nicole Martin es periodista de investigación. Ama tejer redes transfeministas:
lidera investigaciones colaborativas en la región, es cofundadora de la Revista Colibrí y directora de Vita Activa.

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