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Por una nueva dinámica de trabajo periodístico, organización en medios feministas

Por Nicole Martin

Fotos: Romina Morua
Ilustración: Alana Rodriguez

Día Latinoamericano de la Imagen de la mujer en los medios

Cuando prendemos la televisión, abrimos un portal web o leemos periodismo gráfico, una serie de mensajes ingresan al cerebro sin consentimiento durante el consumo de información. Mensajes que entran al subconsciente y construyen el llamado sentido común. Son los comentarios, las perspectivas y los estereotipos los que configuran la subjetividad pública. Desde los inicios del periodismo, distintos sujetos disputaron estos mensajes. Dueños, editores, periodistas. Fotógrafes, diseñadores, ilustradores. Escritores varies y comunicadores de toda índole. Incluso aquellos amparados por la máscara de la objetividad, comunican inevitablemente los idearios de lo-que-debe-ser y lo-que-no-debe-ser en los medios de comunicación.

En los últimos dos siglos -contando desde las páginas anarquistas y feministas donde Virginia Bolten escribió La voz de la mujer-, mujeres y personas LGBTQ+ comenzaron a colar sus mensajes en las redacciones y en las páginas informativas. Al mismo tiempo, crearon sus propios medios con lógicas alternativas a las de los dueños. El estudio Punto de Inflexión sobre medios nativos digitales latinoamericanos, realizado por SembraMedia, demostró que el 40% de estos medios fueron fundados por mujeres. Al entender el desafío de ser una identidad feminizada en los medios de comunicación, se deduce que estos nuevos espacios son un refugio contra la violencia, la precariedad y el acoso en las redacciones.

En programas periodísticos, las audiencias han visto al aire a periodistas que se encuentran con comentarios extraños y no solicitados, a la par de encontrar a mujeres o personas LGBT+ que son tapa por motivos profesionales pero que se chocan con preguntas incómodas relacionadas con su maternidad o sexualidad. Cuando la noticia es un feminicidio o un homicidio violento donde la víctima es una mujer, las tapas compiten por el premio a la misoginia. El estudio de Natalia Ix-Chel Vázquez González, maestra en Estudios para la Paz y el Desarrollo en México, el país donde una mujer es asesinada cada dos horas y media según su Sistema Nacional de Seguridad Pública, apunta al sentido político de esta narración: resume que el foco en los detalles violentos y morbosos oculta el conflicto real, a la par de la justificación de la violencia, que se relata en detalle pero que nunca, nunca, se contextualiza.

Para tomar conciencia de este tipo de violencia de género, la violencia mediática, y conmemorar a las mujeres que en toda su diversidad cultural, étnica, social y económica, ocupan y construyen los medios de comunicación, se eligió el 14 de septiembre como el Día Latinoamericano de la Mujer en los medios de comunicación, en el marco del V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, en 1990. Aún así, veinticinco años después, el Global Media Monitoring Project (GMMP) señaló que sólo el 37% de quienes reportan noticias son mujeres y que no se poseen datos para personas trans, según el último análisis de 2015. 

En Argentina, estudios locales de Fundeps y la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad demuestran que aunque el 78% de los medios y el 70% de los sindicatos de comunicación están dirigidos por varones cis, las mujeres representan el 64% de las graduadas en carreras de comunicación. Por todo esto, un grupo de periodistas, investigadoras y comunicadoras que denuncia hace años que #FaltamosEnLosMedios, crearon un proyecto de ley que apunta a impulsar la paridad en medios audiovisuales públicos. Una causa que apoyan medios feministas y organizaciones como la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género (RIPVG), la Red ParComunicación para la Igualdad, Periodistas Argentinas y la Red de Periodistas feministas.

«Para nosotras, el feminismo es transformación social y tenemos que buscar las maneras de que las situaciones de desigualdad y de violencias que atravesamos sean transformadas», dice Agustina Paz Frontera, codirectora y editora de LATFEM, el medio que dirigió la articulación para impulsar el proyecto de ley: «Esta ley es una manera de cambiar los medios de comunicación, en la cual el Estado reconoce que hay una desigualdad en la participación, en el acceso a los medios de comunicación en función de los géneros y de otros rasgos, como la clase y la raza». 

El proyecto fue presentado ante la Cámara de Diputados de la Nación por la diputada Mónica Macha, quien también es presidenta de la Comisión de Mujeres y Diversidades. En diálogo con Revista Colibrí, la legisladora acentuó que «Es importante contar con una ley que plantee la necesidad de las mujeres y de todas las identidades de género porque no surge sin una regulación». Paz Frontera coincidió y se refirió a que la ley aceleraría los procesos de participación. Además, remarcó: «¿Cómo podemos hacer para que eso que nosotras creemos es justo, como por ejemplo que las personas trans tengan trabajo, se logre? Una herramienta es la legislación«.

Macha destacó el trabajo en desarrollo con las organizaciones, que plantearon sus inquietudes, miradas e integró la perspectiva de los dos mundos, el de los medios feministas y el legislativo. «Yo creo que cuanto más podamos integrar esos distintos espacios, más nos fortalecemos, más aprendemos y más sustento tiene el proyecto de ley», concluyó. La causa de este proyecto también avanza en la Cámara de Senadores de la Nación, de la mano de la senadora Norma Durango. Asimismo, un proyecto similar pero en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es impulsado por la legisladora Laura Velasco.

En el estudio «Mujeres periodistas en Argentina» del Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), realizado en 2018, se consultó por los principales problemas que enfrentan las mujeres -y no así los varones- en la actividad periodística. Un 58 % respondió que combinar la vida familiar con el desarrollo profesional representa el mayor conflicto y un 55% que «siempre prefieren a los hombres cuando hay posibilidad de ascenso». Sobre el primer punto, Agustina Paz Frontera de LATFEM caracterizó uno de los principales rasgos de las rutinas laborales en los medios feministas: la espera.

La editora explicó: «Lo principal tiene que ver con el respeto a los tiempos de la otra. Eso es algo que es raro en una redacción tradicional, respetar los tiempos de producción de la otra persona. En la dinámica de LATFEM, algo muy importante es esperar a la otra, entenderla, hacer el trabajo con gusto y ser buena compañera. Con la consideración de las otras actividades que una realiza más allá de lo laboral e igual de relevantes, más allá de que tengas hijes o no». Además, apuntó a la perspectiva del trabajo colectivo. De «pensar la noticia» no desde el plano de la primicia, sino del impacto social estratégico que puede causar.

Sobre este mismo punto, la socióloga y periodista salvadoreña Laura Aguirre, quien dirige el medio feminista Alharaca se refierió a la apuesta de deconstrucción en los medios feministas: «Nos cuestionamos cosas que en los medios tradicionales no se hace. En cada nota, tenemos mucho cuidado de no caer en la revictimización, de no estar repitiendo estereotipos, de no dejarnos llevar por las conversaciones que están todo el tiempo en las redes. Sobre todo, las relacionadas a la violencia de género. Pensamos dos veces cómo queremos retomar una conversación, cómo tratar un tema. Para nosotras, está demostrando que las cosas se pueden hacer de otra manera«.

En conversación con Revista Colibrí, la comunicadora señaló que, en los medios dirigidos por hombres, todavía prevalece esta idea de que los temas de género son temas de mujeres y son presentados como temas de nicho, que no son problemáticas universales. «La perspectiva feminista es la forma de romper con esta creencia y esta minorización de la importancia en los temas en que las mujeres resultamos, sobre todo, afectadas», afirmó.

Por último,  Aguirre se refirió al pensamiento colectivo en un medio feminista, superador del individual: «Más que a la visibilización de una o dos grandes periodistas, apostamos al crecimiento profesional como equipa. Y claro, la consecuencia es que los procesos sean más largos y lentos. Ya no es lo que el editor dice, sino que intervienen otras voces y se toman en cuenta las opiniones de todas las personas que intervienen en el trabajo».

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