Produzcan sin nosotras y nosotres #8M

Por Agustina Verdi

Este 8 de marzo se convoca a un paro feminista internacional y a una marcha al Congreso Nacional en la Ciudad de Buenos Aires, pero también en puntos neurálgicos de todas las provincias de la Argentina bajo la consigna “Basta de ajuste y violencias patriarcales. No al pago de la deuda. No a la criminalización de la protesta. El Estado, los gobiernos y la justicia patriarcal son responsables”.

En un año electoral en Argentina, las demandas políticas y consignas que el colectivo feminista exige a la sociedad tienen una carga más trascendental que en otros años, porque ahora hay atención en cuáles de todas estas demandas atienden y hacen bandera les candidates que se postulan por la presidencia de la Nación, les que se presentan por la renovación de la mitad del Congreso, para ser gobernadores de algunas provincias y también por cargos provinciales y municipales.

Los feminismos ponen el ojo sobre las plataformas políticas que propongan proyectos de distribución de tareas e ingresos más igualitarias, que premien y compensen de alguna forma el trabajo doméstico y no remunerado que representa un 15,9% del Producto Bruto Interno (PBI), es decir, de todo lo que produce la economía nacional en un año, según el Informe de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género de 2020.

“Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras”, es una consigna que levanta el colectivo feminista, que estará en las calles el 8 de marzo y que refiere, en primera medida, a la poca importancia que la sociedad tiene sobre la vida de las mujeres y el colectivo LGTTBIQ+. Según el último informe del Observatorio ahora que si nos ven, del 1 de enero al 28 de febrero de 2023 hubo 44 femicidios, (donde 7 víctimas habían realizado al menos una denuncia y 4 tenían medidas de protección). Además, hubo 1 transfemicidio publicado en los medios.

En segundo término, esta consigna también refiere a la situación de crisis económica del país que afecta principalmente a las mujeres y disidencias. Además de la producción visible y registrada que realizan en el mercado de trabajo (donde sigue habiendo techos de cristal y acoso laboral entre otras problemáticas), muchas trabajan en la informalidad. 

Teniendo en cuenta los datos arrojados por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec para el tercer trimestre de 2022, la brecha de ingresos que hay entre trabajadores y trabajadoras formales fue de 16,5% mientras que asciende a 34,6% entre las y los informales. 

Por otro lado están los trabajos feminizados, los que están socialmente a cargo de las mujeres y son precarizados: las mujeres ocupan el 72,8% del sector de enseñanza y el 67,9% del empleo en servicios sociales y de salud. El trabajo en casas particulares está en un 96,3% a cargo de mujeres, esto muestra de forma contundente que sin las mujeres, la vida en el mundo como lo conocemos  no se sostiene.

También están a cargo de las tareas del ámbito doméstico, “Eso que llaman amor y es trabajo no pago”, diría la escritora Silvia Federicci, como son las tareas de cuidado, cocina, limpieza, crianza que se suman al trabajo remunerado. Esta escritora marxista-feminista describe en su libro “Patriarcado del Salario” que la mujer, en los primeros momentos del desarrollo industrial, sólo le correspondían las “tareas del hogar” para aportar a la “concentración de capital” es decir, dejar sin responsabilidad y mantener cuidado al hombre que volvía a su casa cansado después de un día arduo de trabajo, y tener estas tareas garantizadas, para solo dedicarse a descansar y al otro día, volver a la fábrica a seguir generando capital.

“Esto cambia con las guerras de anexión de territorios de Europa, las mujeres tuvieron que dar su tiempo también a tareas productivas además de las reproductivas, y eso nunca volvió atrás”, explica Silvina Perugino, abogada, feminista y Directora provincial de situaciones de alto riesgo y casos criticos del Ministerio de las mujeres, políticas de género y diversidad sexual de la Provincia de Buenos Aires a Revista Colibrí.

Hoy en día estas tareas son invisibilizadas, no remuneradas, las mujeres las llevan adelante de manera casi obligatoria y los empleadores no las contemplan, generando desigualdades de género. ¿Quién podrá tener mejor competencia laboral, aquella mujer que luego del trabajo llega cansada a cocinar, limpiar y hacer la tarea con sus hijes en el hogar, o el varón que después de trabajar juega al fútbol y toma cerveza con sus amigos al finalizar?

Son ejemplos y pueden sonar estigmatizantes pero dan cuenta de una norma general que se repite en todas partes. Las mujeres a diario destinan, en promedio, seis horas y media (6:31) al trabajo no remunerado en comparación a las tres horas y cuarenta minutos (3:40) de los participantes varones (Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec para el tercer trimestre de 2022).

En el contexto de crisis económica que atraviesa el país, muchas personas optan por sumar nuevos empleos para ganar un poco más de dinero. Pero este tiempo de trabajo invisibilizado que llevan adelante las mujeres, les impide tener disponibilidad para ocuparse de generar más ingresos, profundizando la brecha que lleva a que los varones puedan dedicar en promedio una hora y media (1:30) más al trabajo remunerado que las mujeres.

Hay que tener en cuenta que estos datos se elaboran haciendo una discriminácion binaria entre mujeres y varones dejando fuera las identidades LGTTBIQ+ sobre las cuales escasean los datos de sus condiciones laborales remuneradas y no remuneradas y por las cuales seguimos luchando para que sean representadas.

Esta desigualdad y violencia económica que viven las mujeres trasciende el  nivel interpersonal, incluso también el país y las lógicas de distribución económica local. Si se observa a nivel macro, en un contexto de globalización, la desigualdad económica entre pueblos es parte estructural del sistema que distribuye la riqueza de forma desigual. Los países subdesarrollados tienen recursos naturales y poblaciones explotadas de forma abusiva y las ganancias generadas benefician a las grandes potencias.

“Las mujeres deudoras y los países subdesarrollados, además de ser deudores son sobreexplotados en su territorio, como las mujeres en su cuerpo con las tareas de producción, de reproducción y de cuidado”, comenta la abogada feminista Silvina Perugino a Revista Colibrí.

Los feminismos ponen el ojo sobre estás desigualdades, las señalan y trabajan para algún día derribarlas. “Produzcan sin nosotras” es un modo de liberarse por un rato de la explotación desigual de sus cuerpos, sus economías y sus vidas y fantasear así que en esa ausencia, la sociedad podrá reconocer el valor que tienen, compensarlas y mejorar las condiciones de existencia para que sean más igualitarias y justas. 

“Que el feminismo levante estas consignas nos invita pensar que es posible a partir del señalamiento y la organización, construir un futuro donde las mujeres podamos vivir nuestros derechos económicos en libertad y también los pueblos subdesarrollados del mundo, liberarse del yugo de las grandes potencias”, concluye Silvina Perugino.

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